Así es, no lo dudes, te pareces al café con leche de mis mañanas agitadas, revuelta y endemoniadamente necesaria.
Te pareces al café con leche
de mis mañanas agitadas.
Un sorbo rápido que apenas
se disfruta entre los labios,
los cinco minutos que tengo
antes de enfrentarme al nuevo día.
Te quedas impresa en mi boca,
dando vueltas en la cabeza,
revolviendo mis ideas,
haciéndome gastar tiempo
en recordar tu aroma,
el sabor de tus dulces besos.
Te pareces al café con leche
de mis mañanas agitadas.
Dos cucharadas de azúcar,
una de café,
media taza de leche
y medio día de reproches.
Esencial esos cinco minutos de cada día.
ResponderEliminarMe gusta mucho el escrito.
Enhorabuena ( y por lo que he podido ver del blog también)
Fascinante, el final tiene un 'qué' que me atrapa.
ResponderEliminarQué bonito el final!!
ResponderEliminarEsa frase del principio ya es una poesía por sí sola.
Un abrazo.
(La que riega el jardín)