miércoles, 16 de mayo de 2012

LAS COSAS POR SU NOMBRE

Dedicado a esa pequeña mujer sin miedos, a aquella ladrona de palabras que durante una noche de vacaciones me enseñó el poder del lenguaje... y que un perro también puede ser un kinokino y aún mover la cola al verte.



Las cosas por su nombre

Ya no llamo
a las cosas por su nombre.
Voy por la calle diciéndole
kinokinos a los perros
y abedules a las flores.
Paseo por la peatonal
gritando melancolía
a todos los cafés
y he bautizado
como vendedores
de llantos contenidos
a los puestos de diarios.
A las guerras
les digo innecesarias
y a las cenizas del amor,
ataques de pánico.
Ningún título me convence,
cambié el tuyo por crimen
y al mío por castigo,
a nuestra relación
le puse curiosidad
y a nuestra despedida,
preinfarto de miocardio.