miércoles, 12 de octubre de 2011

BUENAS NOCHES, AMOR

Suelo entablar largos diálogos con mi cama. Ella me interroga cada noche, quiere que le cuente sobre mi alergia al amor y la primavera, que dé detalles acerca de la última mujer que me ha tenido desvelado o que le explique por qué lloro mientras duermo. A veces le cuento la trama de alguna película de Woody Allen o le relato en voz alta partes de una novela de ciencia ficción donde las supernovas encandilan amores inconclusos. Aún así, ella insiste en saber sobre mi vida y le pido una tregua, pero no por mucho, porque le suplico que me llame a gritos cuando me aleje y me encuentre perdido.

Buenas noches, amor

Buenas noches, amor,
la cama me llama a gritos.
Por hoy no escucharé más ruidos,
ni tragedias alegres,
ni al canal de chimentos
pidiendo perdón
por ser tan sincero.

Buenas noches, amor,
prefiero enredarme entre las sábanas
y cerrar con fuerza los ojos
para no ver que afuera,
en la calle,
la vida sigue viviendo
mientras yo duermo.

Quizás así pueda
dejarme llevar
y empezar a soñar
con no padecer insomnio
y tener que levantarme
asustado a secar las lágrimas
de la canilla del baño.

Buenas noches, amor,
la cama me llama a  gritos.

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