El sábado pasado fui invitado al programa radial “La Mala Palabra ”. El nerviosismo y
la congestión nasal me asaltaron minutos antes de salir al aire, pero pese a
mis fallas técnicas, la calidez del estudio y sus integrantes hicieron
llevadera mi estadía. Fue bueno encontrarse con un grupo de personas que aún
apuesta por la literatura y su magia.
Cerré mi visita leyendo un poema de uno de mis más
grandes referentes, Pablo Neruda. Él fue un hombre que se cansó de serlo, un
ser humano con todas las letras, un poeta comprometido con lo social que se ganó
con el sudor de su frente una inmortalidad bien merecida.
A 38 años de su muerte, ni las guerras, el
odio y el tiempo han podido traer el olvido a esos 20 poemas de amor, a esa
canción tan desesperada, a las odas elementales y a tanto estravagario que
circulan por el corazón de una infinidad de lectores.
Les dejo “Walking Around”, a modo
de humilde homenaje.
Walking Around
Sucede
que me canso de ser hombre.
Sucede
que entro en las sastrerías y en los cines
marchito,
impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando
en un agua de origen y ceniza.
El
olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo
quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo
quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni
mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede
que me canso de mis pies y mis uñas
y
mi pelo y mi sombra.
Sucede
que me canso de ser hombre.
Sin
embargo sería delicioso
asustar
a un notario con un lirio cortado
o
dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería
bello
ir
por las calles con un cuchillo verde
y
dando gritos hasta morir de frío.
No
quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante,
extendido, tiritando de sueño,
hacia
abajo, en las tripas moradas de la tierra,
absorbiendo
y pensando, comiendo cada día.
No
quiero para mí tantas desgracias.
no
quiero continuar de raíz y de tumba,
de
subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido,
muriéndome de pena.
Por
eso el día lunes arde como el petróleo
cuando
me ve llegar con mi cara de cárcel,
y
aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y
da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y
me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a
hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a
ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a
calles espantosas como grietas.
Hay
pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando
de las puertas de las casas que odio,
hay
dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay
espejos
que
debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay
paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo
paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con
furia, con olvido,
paso,
cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y
patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos,
toallas y camisas que lloran
lentas
lágrimas sucias.
Pablo Neruda
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