Perro de Pavlov
Amaga la tormenta,
lluvia de noche helada en plena
primavera,
nube gris que no entiende de
pronósticos
pero que sabe cómo joderte la
vida,
arritmia de corazón intranquilo.
Es verdad,
a veces tampoco entiendo si los
dioses nos envidian,
si este capricho de niño
asustado es sólo pasajero
o el reflejo de una foto de la
infancia,
melodía de lluvia que cae sobre
tu pelo.
Lo confieso,
nunca me han gustado las
certezas,
excepto la de tu mirada cansada
por las tardes
cuando digo que me duele el
mundo,
llanto mudo calmado por tu abrazo.
Cede la tormenta,
es más, ni siquiera ha llovido,
pero me gusta pensar que pronto
lo hará,
confianza ciega en tu sonrisa
blanca,
paz para este perro
de Pavlov.