viernes, 27 de abril de 2012

GRIPE

No suelo repetir introducciones. Cada texto, cada poema que encuentran en este blog tiene su propio comienzo, como para contextualizar un poco, para jugar otro tanto. Pero esta vez, dadas ciertas condiciones clínicas y climáticas, no pude dejar pasar la oportunidad de compartir un poema que tiene en su haber casi un año de vida. En aquella ocasión una dama me esperaba ilusionada. Vaya uno a saber que habrá sido de su vida. Quizás esa noche, la noche en la que le escribí este poema, ella habrá descorchado el malbec que tanto tiempo nos prometimos con otra persona mientras yo libraba una batalla contra la fiebre. Desde entonces, maldigo al señor del clima. Por suerte este año las cosas son distintas y en el perchero cuelgan corazones y bufandas.

Igual que los viejos marinos que se ataban al mástil de proa para huir de las hermosas y letales sirenas, el protagonista de este poema se ata con mantas a los bordes de su cama mientras se asoma por la ventana, tentado de largarse de un salto al vacío que implica una fría noche invernal y caer en las garras de un amor maldito que lo salve de la fiebre y la tos.
Dedicado a todos los que han quedado naufragando en sus casas con una historia de amor frustrada por un cuadro clínico gripal. En fin, un clásico. 

Gripe

Me asomo a la ventana
y miro al cielo congelado
buscando algún copo de nieve
que tenga la delicadeza de terminar
con este jodido invierno
y me libre de esta tos
que ni las ganas de verte
y el paracetamol
han logrado calmar.

Mi nariz empaña el vidrio
mientras apuro el té de un sorbo
y contemplo un viejo corazón
que tu dedo algún día dibujó.
Afuera la soledad de la noche
me impacienta
y toso con fuerza
y maldigo a la gripe y al frío.

Mejor voy a la cama,
no vaya a ser que
entre tanto silencio
logre distinguir
tus cantos de sirena
y me pierda en la fiebre,
envuelto entre mantas,
mientras afuera el último copo cae
y el invierno me sonríe. 

sábado, 14 de abril de 2012

DE ELEFANTES Y CADENAS


La batalla es contra el miedo. Miedo a cambiar, miedo a confiar, miedo a reír, miedo a mostrarse, miedo a enamorarse, en fin, miedo al miedo. Porque el temor es una poderosa amarra y lo que nos ata nos paraliza. Asociamos futuro con calamidad y nos tapamos de noche con plazos que encadenan nuestros pies y nos nublan la vista. Y no tiene por qué ser así. Siempre queda algo en el fondo del cajón: un llamado a la esperanza, una paloma blanca, una rosa de fuego, las cenizas de un amor, una canción de primavera, un corazón con ganas de latir. Puede que el día de mañana amanezca con cielos azules, puede que este abril nos sorprenda con hojas secas, puede que los mayas tengan razón y el fin del mundo nos pille bailando, o puede que no. ¿Quién tiene la certeza? Perdonen mi atrevimiento por redactar esta exhortación a dejar atrás ciertos miedos. Propongo que abracemos a Pandora y su abandonada esperanza, esa que con tanto recelo guardaron en una caja. Ya lo decía por allí el viejo Pablo Guerrero, “Tú y yo muchacha, estamos hechos de nubes, ¿pero quién nos ata? ¿pero quién nos ata?” y creo que por ahí va la cosa. Cortemos las amarras y dejemos que el velero parta a mejores puertos, esos donde la vida nos sonríe y los rayos de sol te iluminan los labios, porque no existe tal cosa como el destino, porque todo es un constructivismo, porque la suerte está en tus manos y porque me saco el sombrero ante quienes, como reza el epitafio de Frank Sinatra, creen que “lo mejor aún está por venir”.


Les dejo las palabras de una persona que con el paso del tiempo se ha vuelto un gran amigo, uno de los mejores músicos y compositores que conozco:

Tienen miedo

Tienen miedo.
Miedo a la noche,
miedo a las sombras y al eco,
miedo a la lluvia y al cielo.

Miedo a sus perros y a sus recuerdos,
a las tormentas, a dios y a los ciegos.

Miedo a los niños, miedo a los ebrios.
Miedo a las tardes de verano sin tiempo.
Miedo al tiempo, a lo nuevo y a lo más viejo.

Miedo en sus casas, en los recreos,
en peloteros, en bebederos, a cielo abierto.
Llaves, candados, puertas y rejas,
claves y cámaras y contraseñas
y cajas fuertes y cercas.

Siguen teniendo miedo,
miedo al sol y miedo al mar.
Miedo a cambiar de marca,
y a no cambiar de auto.
Miedo a que el tren se pase,
miedo a tomarse el tren.
Miedo a la alergia y a la nostalgia y a las puteadas.
Miedo a ver el noticiero
miedo a no verlo.

Les tienen miedo a los amigos de sus hijos,
a los ancianos, a los muertos, y a sus hijos también.
Miedo a sus guardias y a sus serenos.
Miedo al amor por mucho tiempo.
Miedo a las voces en sus cerebros.

Pagan supercuotas de seguros,
compran armas, balas y armeros.
Pero siguen teniendo miedo.
Miedo al desvelo, miedo al deshielo,
miedo al descenso, miedo al desierto.

Tienen miedo.
Miedo a que un día no les tengamos más miedo.

Leandro Lacerna

Para los que quieran escuchar algo de él, no lo duden y entren a
http://www.leandrolacerna.com/ , encontrarán los discos para descargar y los textos para leer. Se los recomiendo, de todo corazón.

Que no nos roben el mes de abril.  Besos, miles.